La ONG Human Rights Watch (HRW) denunció que el gobierno sirio ha utilizado bombas de racimo, que están prohibidas internacionalmente, en sus ataques indiscriminados contra zonas controladas por la oposición en el noroeste de Siria. Según el informe de la ONG, al menos dos civiles murieron y otros nueve resultaron heridos en la ciudad de Termanin el 6 de octubre como consecuencia del uso de estas armas.
Este ataque forma parte de una campaña militar más amplia llevada a cabo por las fuerzas sirias y rusas, aliadas con el Gobierno de Bashar al Assad, contra el noroeste de Siria, donde hay una población de aproximadamente 4,5 millones de personas, la mayoría de las cuales necesitan ayuda humanitaria.
El subdirector de HRW para Medio Oriente, Adam Coogle, declaró que “el uso de municiones en racimo por parte de las fuerzas del gobierno sirio durante el bombardeo de zonas controladas por la oposición demuestra cuán trágicamente indiscriminadas son estas armas y su devastador legado de daños duraderos”.
Según la ONU, desde el inicio de esta ofensiva el 5 de octubre hasta el 27 del mismo mes, al menos 70 personas han muerto, 338 han resultado heridas y 120.000 han sido desplazadas.
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