Con el mismo megáfono que hace años se entregó a las comunidades para que se empoderen a nivel de comunicación, a través de las ideas de Hugo Chávez, “pedí serenidad, expliqué que pronto se abrirán las puertas para que la gente pueda ir al encuentro de sus comandante otra vez”, dijo el Ministro de Cultura, Ernesto Villegas, aquellas horas que transcurrieron el 6 de marzo de 2013.
A través de una carta publicada este martes en la red social Instagram, Villegas recordó el momento en que la gente llevó los restos del comandante Hugo Chávez al Palacio de las Academias, en Fuerte Tiuna, en Caracas.
Dijo que ese “parlante tenía calcomanías del Sistema Bolivariano de Información y Comunicación, en cuyo lanzamiento repartimos miles entre las comunidades populares”, dijo, al tiempo que resaltó su escepticismo sobre algunas acciones en la vida, pero “fue la primera de muchas veces que creí percibir la mano de Chávez detrás de prodigios inexplicables en esta década”.
Hay que recordar que Hugo Chávez pidió que “los esfuerzos de comunicación no se queden encerrados en la pantalla de televisión, en los límites de los programas o en las letras de los diarios”.
Con estas palabras, el ministro Villegas se refiere a aquella idea del líder revolucionario, que se empeñaba en darle poder al pueblo comunicativo, y qué mejor manera de hacerlo que regalando los megáfonos para que las propias comunidades, en medio de el silencio de los medios, ellos pudieron transmitir sus verdades. .
Millones a 10 dias
“El féretro ingresó a la Escuela Militar. Detrás de él, los grandes portones se cerraron con dificultad, ya que no fue la voluntad de la multitud que lo había traído en avalancha desde el Hospital Militar, a unos 11 km de aquí. Tardó en reabrirse. y que pasen millones, en línea, por 10 días más”, escribió Villegas.
El 6 de marzo, rodeado por un mar de simpatizantes y banderas tricolores, el cortejo fúnebre del presidente Hugo Chávez llegó a la Academia Militar, donde se instaló una capilla ardiente para honrarlo hasta el día de su entierro.
Para Villegas, el mar de personas que despidió a su líder ese día, que queda grabado en el corazón de los revolucionarios, fue impresionante.
“Guiado por unos oficiales, subí una escalera, pasé lo mejor que pude por una ventana estrecha y, de pie en la cornisa, vi una multitud impresionante que se perdió de vista”, dijo.
Recordó que en la expresión de la multitud se podía ver la tristeza que “ponía frustración e ira en sus rostros”.
Villegas comentó que la multitud estaba acalorada, pues entre la ira y el dolor querían seguir al lado del carro que transportaba el cuerpo del Comandante Chávez, por lo que tomé la iniciativa de subir unas escaleras y pedirle a la gente que se calmara que podían entra pronto
“Las palabras comenzaron a surtir efecto. Las puertas dejaron de crujir. Prevaleció la razón”, agregó.
atesoro y recuerdo esas horas
Y como obra del destino, “años después el coronel-poeta Vivas me regaló ese megáfono. Desde entonces lo atesoro como símbolo y recuerdo de aquellas horas que han pasado hoy #6Mar hace exactamente 10 años”, concluyó.
A continuación, la historia completa escrita por Ernesto Villegas, Ministro de Cultura, y publicada en Instagram:
El féretro ingresó a la Academia Militar. Detrás de él, los grandes portones se cerraron con dificultad, ya que no era la voluntad de la multitud que lo había traído en avalancha desde el Hospital Militar, a unos 11 km de allí. Tomó tiempo reabrir y dejar pasar millones, en línea, por 10 días más. “¡Queremos entrar!” tronaron cuando las puertas crujieron amenazadoramente en el interior. Guiado por unos oficiales, subí a una escalera, pasé como pude por una ventana estrecha y, parado en la cornisa, vi una multitud impresionante que se perdía de vista. La tristeza estaba dando paso a la frustración y la ira. “Queremos entrar”, insistieron. A mi lado estaba Pablo Siris, un compañero periodista uruguayo que se sumó al equipo de este nuevo Ministro de Comunicación e Información, designado por Chávez hace cuatro meses. Junto con nosotros tres soldados. Uno de ellos, el oficial de la Academia, era -lo averiguaré más adelante- un conocido poeta que hoy lleva la insignia de coronel, Manuel Vivas. Otro, un general cuyo nombre no recuerdo, que mandó a un subalterno a buscar un megáfono. Pero el dispositivo no funcionó. De poco sirven mis palabras y gestos que llaman a la calma. Nadie estaba escuchando. Así pasamos interminables minutos. Luego, en la distancia, otro megáfono retumbó entre la multitud. La gente de arriba lo pasó de mano en mano hasta el borde de la cornisa donde estábamos colgados. Una vez en el mío, pedí serenidad, expliqué que las puertas se abrirían pronto para que la gente pudiera ir a encontrarse nuevamente con su Comandante. Las palabras comenzaron a surtir efecto. Las puertas dejaron de crujir. La razón prevaleció. El expositor dispuso de stickers del Sistema Bolivariano de Información y Comunicación, en cuyo lanzamiento habíamos repartido miles entre las comunidades populares. Habitualmente escéptico, fue la primera de muchas veces que creí percibir la mano de Chávez detrás de prodigios inexplicables en esta década. Años después el coronel-poeta Vivas me regaló ese megáfono. Desde entonces lo atesoro como símbolo y recuerdo de aquellas horas que transcurrieron hoy #6Mar hace exactamente 10 años.