La signora Teresa* pasa todo el día sentada frente al penal de Tocuyito. Espera que en algún momento le den información sobre su marido, un hombre de 61 años, detenido tras las elecciones presidenciales de julio. Lo detuvieron en Boconó, estado Trujillo, y lo llevaron a Carabobo.
El 25 de agosto Teresa recibió una llamada que le alegró el día, porque escuchó la voz de su marido, pero la noticia no era buena: “Estoy en el internado judicial de Carabobo, en Tocuyito”, dijo José*. Lo enviaron a más de 400 kilómetros de su ciudad.
Sin dudarlo, la mujer hizo la maleta y tomó el camino de Valencia, donde se instaló. Tuvo que alquilar una habitación cerca de la prisión. Ella no se irá hasta que su marido sea liberado, dice.
Cuente la historia: Era el 2 de agosto, en Boconó. Hubo un velorio en la casa de los Pérez*. La madre de José había muerto. En la sala rezaron el rosario, mientras José preparaba la comida. De repente, unos 80 hombres encapuchados y armados se encontraban en el patio de la casa.
-Por orden tuya, dijo José por la ventana a un oficial.
Le pidieron su cédula de identidad y le ordenaron que lo acompañara.
-¿Cómo lo van a conseguir? Vamos a enterrar a vuestra madre, le dijo Teresa a los militares.
– Cállate señora o te llevamos a ti también, amenazó el uniformado.
El procedimiento fue realizado por la Guardia Nacional, pero luego pasó a manos de la Policía Nacional Bolivariana. El delito de José fue hacerse político en Boconó, pero en el parte policial dice resistencia a las autoridades y en la multa de prisión distintos delitos: instigación al odio y terrorismo. No tenía derecho a un abogado privado.
Un joven, también del estado Trujillo, se encuentra privado de libertad por escribir en su estado de WhatsApp un mensaje de rechazo al gobierno. Era trabajador en una escuela y habría sido elegido por el director de la escuela. Se le ocurrió la “Operación tun tun”.
Presos del sur del país en el penal de Tocuyito
Muchas mujeres fuera de la prisión son ahora una familia. Muchos tienen algo en común: sus hijos o nietos han sido trasladados desde el sur del país a Carabobo.
Salieron del estado Bolívar la madrugada del 30 de agosto, poco antes del apagón nacional. Muchos fueron a Caracas a pedir línea y luego a Valencia, para intentar estar cerca de sus familiares detenidos. Pero ha pasado más de una semana y no los escuchan, ni siquiera les permiten comida ni ropa.
Alrededor de las 4:00 de la tarde empiezan a hacerse señales con la camiseta o con la mano. Saben más o menos de qué lado del penal están, porque usan una especie de código con carteles, que también usaban cuando estaban en Puerto Ordaz.
La mañana de este lunes, algunas de las mujeres realizaron una pancarta con un mensaje de feliz cumpleaños, en un intento de enviar felicidad a uno de los jóvenes privados de libertad.
Detenido por grupos
Hay un grupo que en algo coincide: fueron detenidos, entre el 29 y 30 de julio, por presuntos grupos armados y encapuchados y entregados a la Policía Nacional Bolivariana. Muchos de ellos también se encontraban lejos de donde tuvieron lugar las protestas postelectorales.
Otros, unos siete hombres, fueron detenidos en su casa. Trabajo en la Alcaldía de El Callao. Sus familiares dicen desconocer el motivo por el cual la Dgcim los detuvo.
Hay quienes ni siquiera tienen confirmación de que sus familiares hayan sido trasladados desde otros estados al penal de Tocuyito. No pueden acercarse al lugar a preguntar. No saben nada. Algunos tienen miedo de hablar. A otros no les importa estar expuestos a la prensa.
Algunos de los prisioneros tienen condiciones de salud complejas. De hecho, lo único que pudieron conseguir fueron medicinas.
Fuera sólo quieren ver a sus familiares, que les permitan visitarlos o, al menos, tener información sobre ellos.
* Los nombres han sido cambiados a petición de los entrevistados para proteger su identidad.