Para cerrar la transición energética tantas veces anunciada, necesitamos también algunos avances tecnológicos que nos permitan almacenar energía. Aquí es donde los rascacielos empiezan a encontrar un papel bastante inesperado: convertirse en enormes baterías para almacenar energía renovable. Es un concepto bastante sorprendente, pero podría ser una de las claves para resolver uno de los grandes problemas que acompañan a la energía verde: su almacenamiento.
Almacenamiento de energía a gran escala
La creciente demanda de energías renovables es un desafío muy importante al que siempre hay que encontrar soluciones. Uno de ellos es cómo almacenamos la energía producida de forma intermitente por fuentes como el sol o el viento. Ahora se ha propuesto que los rascacielos sean los responsables de ello. Con estas estructuras gigantes ha surgido una idea muy simple en concepto, pero con un gran potencial de realización: utilizar la altura de estos edificios para almacenar energía gravitacional.
El principio de esta tecnología se basa en un concepto llamado “batería de gravedad”. Con ello, en el caso de que exista un exceso de energía renovable disponible, se aprovecharía para levantar grandes bloques o masas en el rascacielos. Una vez que surjan estos bloqueos, y sólo en situaciones de alta demanda energética, se abandonarán. En este momento, con su caída, las masas generan electricidad aprovechando la energía potencial convertida en energía cinética. La electricidad se devuelve a la red, lo que ayuda a equilibrar la oferta y la demanda de energía.
De esta forma, los residentes de estos edificios tendrán, en principio, la energía disponible para cualquier actividad diaria. La alta demanda energética que puede suponer el juego de la ruleta ya no sería un problema, mientras que cualquier negocio que requiera servidores, como un casino online o el centro de datos de una empresa, podría instalarse sin miedo a escaparse del poder en un rascacielos como estos. .
Beneficios y posibles problemas de convertir rascacielos en baterías
Los beneficios de utilizar rascacielos como baterías de gravedad son bastante claros. Por un lado, son una solución sostenible y de bajo impacto ambiental para el almacenamiento de energía. Las baterías químicas tradicionales son mucho más dañinas para el medio ambiente y requieren materiales raros y procesos de fabricación que consumen mucha energía, mientras que las baterías de gravedad solo requieren la infraestructura existente de los rascacielos.
Además, es una tecnología con un gran potencial escalable. En las grandes ciudades donde abundan los rascacielos, este tipo de sistemas podrían instalarse en varios edificios, creando una red de almacenamiento que ayudaría a estabilizar las redes urbanas.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Uno de los principales problemas es que los edificios deben adaptarse para poder soportar los mecanismos de elevación y descenso de las masas. Además, el diseño debe ser preciso para garantizar que el proceso sea seguro y eficiente, evitando riesgos para los ocupantes del edificio y su integridad.