La “megacárcel” inaugurada recientemente por el presidente salvadoreño, Nayib Bukele ha despertado críticas y elogios por parte de la opinión pública de América Latina, región que ha sido víctima de la delincuencia y la criminalidad, pero también de cruentas dictaduras donde el control social y la razia son principales baluartes de los llamados “gorilas”.
Promocionada como la “cárcel más grande de América”, fue construida en una zona rural desolada de Tecoluca, espacio ubicado a unos 74 kilómetros de San Salvador, capital de este país centroamericano.
Su tamaño alcanza las 116 hectáreas de terreno, mientras que los espacios construidos suman 23 hectáreas de edificaciones tipo galpones que estarán custodiados por 600 efectivos de las fuerzas armadas y 250 de la Policía Nacional Civil.
En los ocho gigantescos galpones que poseen pabellones de confinamiento y cuartos de castigo sin luz, se estima mantener incomunicados con el mundo exterior a más de 40.000 reclusos que son calificados por el Gobierno salvadoreño como “terroristas”.
Además de estar aislado de vías de comunicación o cercanía con zonas pobladas de El Salvador para hacer difícil cualquier fuga, posee 2.1 kilómetros de cercas y 19 torres de vigilancia, así como equipos de control de acceso con escáner corporal y de paquetes.
¿Campo de concentración?
Tras difundirse los videos donde se observa el traslado de más de dos mil reos presuntamente pandilleros pertenecientes a las “maras” a este centro penitenciario de máxima seguridad, surgieron críticas en torno al trato inhumano que se observaba en las imágenes donde presos con la cabeza rapada, el torso al desnudo, portando short blanco y descalzos, eran arriados hacia las unidades de transporte que los llevarían a esta “megacárcel” donde Bukele dijo “vivirán por décadas”.
Entre las críticas que surgieron tras estas imágenes estuvo el presidente colombiano, Gustavo Petro, quien calificó de “dantesca” esta cárcel y la comparó con los campos de concentración promovidos por el nazismo alemán en Europa.
“Hay un campo de concentración en El Salvador. Hay miles y miles de jóvenes encarcelados que le dan a uno escalofríos. Hay gente que le gusta ver a la juventud dentro de las cárceles y creen que eso es la seguridad”, expresó el jefe de Estado neogranadino.
Tras un intercambio de mensajes entre ambos presidentes por las redes sociales donde Bukele apuntó a señalar que “los resultados pesan más que la retórica” y cuestionó la política de seguridad implementada por Petro, todo culminó con la invitación por parte del neogranadino a realizar un foro internacional donde se discutan ambas políticas.
Sin alimentos, visitas o juicios
Según la Organización de Naciones Unidas en su documento “Los derechos humanos y las prisiones”, acordado en Ginebra en el año 2005, “toda persona sometida a cualquier forma de detención o prisión será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.
Además, enfatiza que “nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. No hay excepciones”, y considera como tortura “todo acto por el cual se inflige intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales”
También advierte que “se definirán como malos tratos otros actos que constituyan tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y que no lleguen a ser tortura”.
Contrario a estos preceptos acordados por los Estados que integran el Consejo de DD.HH. de la ONU, el presidente salvadoreño hizo alarde de las condiciones precarias en que serán confinados estos reclusos a los cuales no les será permitida la visita y serán sometidos a un régimen alimenticio mínimo a base de frijoles y tortillas.
“Las condiciones de los reos son extremadamente duras, duras y frías, pero más duras y frías fueron las tumbas donde ellos (maras) dejaron a 120 mil salvadoreños. Ellos no tienen derecho a visitas, no tienen derecho a llamadas, no tienen derecho a ningún contacto con el exterior, tienen una cama de metal sin almohadas ni cobijas, sin absolutamente nada, y su comida será una tortilla y frijol en la mañana, y frijol y tortilla en la noche por 45, 30, 20 años”, exaltó con orgullo Christian Guevara, diputado perteneciente al partido de Bukele.
A la par de estas ausencias en el cumplimiento de las condiciones mínimas de respeto a los derechos humanos que justifican bajo la necesidad del “castigo ejemplar”, esta política instaurada por el Ejecutivo no cuenta con el debido proceso, por lo que estos confinados no han sido sometidos a juicios para señalar su culpabilidad o inocencia. Para esta acción la justificación son los tatuajes que utilizan las maras salvadoreñas.
Bukele ¿de izquierda o derecha?
El Mandatario salvadoreño surgió, de la mano de su padre el izquierdista Armando Bukele Kattán, como un líder joven en el partido conformado por integrantes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Su discurso social y la trayectoria revolucionaria de su padre, le abrieron campo en la dirigencia de esta organización política que lo elevó a la candidatura para la alcaldía de Nuevo Cucastlan en 2012, donde fue electo y posteriormente para la municipalidad de San Salvador donde también obtuvo el triunfo.
Tras discrepancias con la dirigencia como consecuencia de sus acciones arbitrarias, en 2017 es expulsado del FMLN por lo que decide conformar su propia coalición política bajo el nombre de “Nuevas Ideas”.
En 2019 decide postularse a la presidencia salvadoreña con el apoyo del partido Cambio Democrático de centroizquierda, pero por una decisión de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia se suprime a esta coalición política por lo que Bukele acude a la Gran Alianza por la Unidad Nacional de centroderecha para participar, siendo electo en primera vuelta.
Ya en la presidencia, su entorno se conformó por dirigentes de la derecha salvadoreña y su posición ideológica se tornó por el ataque a los líderes del FMLN y movimientos sociales, así como las críticas a mandatarios progresistas de la región.
Luego de esto, se decantó por elogiar al entonces presidente estadounidense Donald Trump, quien dedicó gran parte de su gestión al ataque a la izquierda y progresismo latinoamericano con mayor énfasis contra los Gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
“Bukele es un patriota que antepone los intereses del pueblo de El Salvador”, fue el elogio que recibió el presidente salvadoreño por parte Roger Stone, quien es asesor de Trump.
Voluntad Popular al servicio de Bukele
Además de estos apoyos, la marcada tendencia ideológica de derecha que signa la gestión de Bukele queda evidenciada al estudiarse el entorno de su Gobierno, donde nombres de extremistas venezolanos pertenecientes a Voluntad Popular figuran como asesores del presidente salvadoreño.
La cabeza de este grupo es Sara Hanna, opositora venezolana proveniente de las filas del partido de extrema derecha Voluntad Popular que fue el principal promotor del plan de “gobierno interino” con Leopoldo López como arquitecto y Juan Guaidó como rostro del fracasado proyecto de derrocamiento del presidente Nicolás Maduro.
Pese a que el nombre de Hanna es políticamente desconocido en Venezuela, esta odontóloga de profesión formó parte de la juventud de VP y es señalada de participar en la llamada “fiesta mexicana” organizada en octubre de 2010 donde fueron entrenados por ciudadanos de origen serbio en técnicas de desestabilización y derrocamiento de gobiernos.
Además de la hoy asesora de Bukele, en este entrenamiento realizado en un hotel mexicano bajo el financiamiento del banquero prófugo Eligio Cedeño, participaron Lester Toledo, Freddy Guevara, David Smolansky, Daniel Ceballos, Lawrence Castro, Juan Guaidó y Alfredo Jimeno.
De todos estos, el nombre Toledo surge como otro de los integrantes del grupo de venezolanos que se encuentran en este círculo que como asesores de Bukele, son señalados de las principales acciones con tendencia al autoritarismo del presidente salvadoreño.
Según publicación del medio salvadoreño El Faro, Hanna llega al entorno de Bukele por las relaciones que mantuvo su familia con la del presidente salvadoreño. Actualmente la venezolana lidera una estructura paralela de “gestión y planificación” que estaría por encima de la estructura formal del Gobierno del país centroamericano, pues solo rinde cuentas ante el presidente.
“Te lo resumo así: casi que por cada ministro tienen un venezolano detrás dando órdenes”, explicó un amigo de los asesores venezolanos, según el reportaje del medio salvadoreño.
“En el organigrama no oficial de este gabinete paralelo, debajo de Hanna está su persona de mayor confianza, Miguel Sabal, quien se encarga de temas logísticos y del reclutamiento de venezolanos en Caracas para trabajar con el Gobierno de El Salvador. Luego están los asesores por áreas: Miguel Arvelo, en Salud; Tomás Hernández, en el gabinete económico; Roddy Rodríguez, en Educación y Cancillería; Juan Carlos Gutiérrez, en los temas de transparencia, enlace con la Corte de Cuentas y la Cicíes; Santiago Rosas ha estado a cargo de la elaboración del Plan de Control Territorial, que nunca ha sido presentado públicamente, y Ernesto Herrera se ha desempeñado como asesor en el Ministerio de Seguridad. Como asesora de Capres, en protocolo, estaba María Alejandra García, que actualmente se encarga de coordinar, junto a su pareja, Tomás Hernández, el Programa de Emergencia Sanitaria (PES). La cabeza del segundo grupo es Lester Toledo, quien ha trabajado para Nuevas Ideas, pero a quien el Gobierno encomendó diseñar el PES, como herramienta de organización del territorio. Las acciones de propaganda en redes sociales son coordinadas por el equipo de Toledo, que incluye a su hermano Lender y a Esteban Vicuña, en coordinación con Hanna”, reseña la investigación de El Faro.
Tensiones con EEUU: ¿qué hay detrás?
Pese a la tendencia de extrema derecha que impregna el entorno de Bukele, su relación con Estados Unidos tras la salida de Trump de la presidencia del país norteamericano ha estado signada por constantes disputas públicas donde se cuestiona la política en DDHH del presidente salvadoreño, así como sus esfuerzos para controlar los demás poderes que conforman al Estado.
Pero el mayor momento de tensión entre ambas naciones se generó por acciones de Bukele en el ámbito económico y de relaciones internacionales, como fueron el caso de la adopción del Bitcoin y su acercamiento a China respectivamente.
En el caso de la adopción del Bitcoin como moneda de curso legal en el Salvador, provocó preocupaciones en el sector financiero de EEUU que controla la lucrativa labor del envío de remesas de salvadoreños residentes en la nación norteamericana a El Salvador, monto que según cálculos estaría por encima de los 5.000 millones de dólares, de los cuales 400 quedan en manos de la banca por sus servicios.
En cuanto a su relacionamiento con China, tras romper con la política de reconocimiento a Taiwán, el presidente salvadoreño se ha decantado por elogiar la política de relacionamiento del gigante asiático que ha vertido sobre la economía de este país centroamericano que ha ido en incremento desde 2019, situación que Estados Unidos considera un riesgo a su concepción geopolítica de “América para los americanos”.
“La cooperación china viene sin ataduras, y no lo digo por hacerles propaganda porque estoy seguro que no la necesitan, pero es la realidad, al menos a nosotros jamás nos han puesto una atadura (…) nunca nos han dicho les damos el muelle, pero si ponen a tal fiscal. Le damos la biblioteca, pero si cambian a los magistrados de la Corte”, señaló Bukele en un discurso donde cuestionó las expresiones de “preocupación” emitidas por Estados Unidos en torno a su acercamiento con el gigante asiático.
Todo este historial de violaciones de DDHH, vínculos con la extrema derecha, promoción del autoritarismo estatal, así como la retórica antiestadounidense y populista que goza de calado en la sociedad latinoamericana, colocan a Bukele como una figura clave del liderazgo derechista que nace en América Latina bajo viejas banderas de dictadores que promovieron la seguridad con mano férrea y las grandes obras de infraestructuras como manto para ocultar las atrocidades cometidas y el abandono de políticas concretas dirigidas a poner fin a la desigualdad social y la pobreza motores fundamentales para la generación de pandilleros.